La eficiencia en el ámbito de la energía, se refiere a la relación entre los resultados obtenidos y los recursos, en este caso energéticos, utilizados para su consecución. En términos macroeconómicos, la eficiencia energética se analiza a través del concepto de intensidad energética.

La eficiencia energética puede definirse como la optimización del consumo de energía para alcanzar determinados niveles de confort y de servicio, lo cual se logra ajustando el consumo de electricidad a las necesidades reales de los usuarios o implementando mecanismos para ahorrar energía evitando pérdidas durante el proceso.

Un dispositivo, proceso o instalación es energéticamente eficiente cuando consume una cantidad inferior a la media de energía necesaria para realizar su función. Una persona, servicio o producto eficiente y comprometido con el medio ambiente, además de utilizar menos energía para realizar el mismo trabajo, también busca abastecerse, si no por completo, con la mayor cantidad posible de energías renovables.

La eficiencia energética busca proteger el medio ambiente mediante la reducción de la intensidad energética y habituando al usuario a consumir lo necesario y no más. Las emisiones de CO2 que enviamos a la atmósfera son cada vez mayores, por ese motivo, la eficiencia energética se ha convertido en una forma de cuidar al planeta ya que, no solo está en usar equipos o maquinaria que consuman menos energía, sino en que nosotros como usuarios seamos quienes utilicen menos y de forma más “verde”.

En las agendas de los gobiernos de todo el mundo, la eficiencia energética se ha convertido en una prioridad, debido a que las fuentes energéticas tradicionales tienen un carácter limitado, son cada vez más caras, generan una dependencia del mercado exterior y además, tienen un impacto relevante sobre el medioambiente y el ecosistema. A nivel productivo, las empresas y diferentes administraciones públicas están poniendo en marcha un número cada vez mayor de medidas e iniciativas que apuestan por las energías provenientes de fuentes renovables y por la sostenibilidad.

El uso eficiente del recurso energético además de ser benéfico para el medioambiente o para reducir nuestra factura de la luz (hasta en un 40%), tiene otros beneficios tales como menor ruido en las instalaciones (ya que un aislamiento adecuado además de minimizar la carga de los equipos de aire acondicionado, puede reducir ruidos exteriores), una estabilidad en las condiciones de confort (con temperaturas más uniformes todo el año dentro del edificio) o el disfrute de ciudades más limpias, ya que en la actualidad algunos edificios son un gran foco de contaminación.

Las políticas destinadas a reducir el consumo energético también tienen una importante contribución positiva a la seguridad energética. En el ámbito de las políticas de demanda, la eficiencia energética es el principal instrumento para mejorar la seguridad energética. La reducción del consumo de energía contribuye a reducir la intensidad energética de la economía y la dependencia exterior. A través de estos elementos, también se reducen las tensiones inflacionistas generadas por el aumento de los precios internacionales de las materias primas energéticas.

El problema con la eficiencia energética es que todavía es una elección. Actualmente no todos los equipos que operamos son eficientes y esto se debe a que dicha alternativa todavía es considerablemente más costosa en la mayoría de los casos y sus beneficios se perciben a mediano o largo plazo, un ejemplo sencillo son las bombillas tradicionales vs las luces LED.

Busca la mejor estrategia para tu empresa y comienza a ser eficiente, disfruta de los ahorros en tu facturación que mereces.