Un estudio termográfico es una herramienta muy útil para el mantenimiento de todo tipo de instalaciones. Es un mecanismo preventivo que permite localizar en los edificios o construcciones el sitio donde hay defectos de funcionamiento o de construcción para evitar un futuro problema.
Este método te permitirá medir la temperatura de los cuerpos a distancia gracias a la radiación infrarroja.
La termografía infrarroja
La termografía es una técnica mediante la cual se puede transformar la radiación térmica emitida por un cuerpo u objeto en una imagen visible que se debe interpretar. Puedes usarla en multitud de cuerpos como motores, transformadores, edificios, viviendas, hornos, cámaras frigoríficas, cuadros eléctricos, edificios, bombas, instalaciones.
Se realiza utilizando una cámara termográfica que apuntaremos hacia el cuerpo u objeto que queremos estudiar, sin entrar en contacto con él. El resultado será una imagen termográfica que nos mostrará las diferentes temperaturas en el área concreta o de la instalación mientras está funcionando.
¿Cuándo solicitar un estudio termográfico?
Existen diferentes momentos en los que solicitar un estudio de estas características:
- Durante la fase de proyecto de una instalación
- Para la obtención de una certificación energética u otro tipo de certificado sobre un inmueble.
- Si hay en curso un peritaje, sea del tipo que sea, puede ser conveniente solicitar un estudio termográfico.
- Siempre y cuando se necesite saber si una instalación en concreto cuenta con alguna irregularidad térmica, ya sea por un defecto en el aislamiento, por humedades o por una fuga de aire.
- Antes de embarcarse en una reforma o rehabilitación más compleja, pudiendo ir a tiro fijo a darle solución a un problema concreto.
Beneficios de aplicar estudios termográficos
Además de los casos expuestos en los que es recomendable solicitar un estudio termográfico, existen diferentes ventajas que se pueden conseguir al contar con uno. Estos son algunos de los más destacables que implican diferentes beneficios:
- Reducir los costes: Si el estudio se ha solicitado para averiguar dónde hay una avería o fallo, este permitirá localizarlo rápidamente para subsanarlo. De este modo se va al origen del problema y se evita perder recursos utilizando cualquier otro método más caro.
- Optimizar los recursos: Un estudio termográfico también es una buena forma de optimizar los recursos disponibles, ya que permite ir directamente al problema, reduciendo los tiempos posteriores de reparación.
- Alargar la vida útil de una instalación: Conociendo si tienen alguna fuga o fallo, este se puede subsanar y así alargar la vida útil del aparato.
- Conseguir un mayor ahorro energético: El despilfarro energético viene muchas veces de la mano de una fuga en una instalación o una grieta en una construcción. Conocer el origen del problema para ponerle solución implica también un mayor aprovechamiento de la energía.
- Bajar el precio de la póliza del seguro: Cualquier empresa aseguradora premiará al asegurado que opte por contar con un estudio termográfico para mejorar el mantenimiento de instalaciones y equipos de consumo. Esto se traducirá en un menor precio en la póliza de seguro contratada.
- Evitar peligrosidad al operario: La termografía permite que no haya contacto directo entre la cámara utilizada y el objeto a estudiar. Esto reduce la peligrosidad del operario que se encarga de hacer la medición.
- Contar con informes muy precisos: Esta técnica ofrece informes muy precisos que pueden ser de gran utilidad a la hora de presentarlos para la obtención de determinados certificados.
Utilidad para la prevención de pérdidas
Los incidentes originados por fallas eléctricas conforman una de las principales causas de incendio en distintas actividades (comunidades de edificios, viviendas, locales comerciales, industrias, etc.). Entre el 20 y 30 % de los incendios, son atribuidas a estas causas. La posibilidad de detectar, en forma temprana, las fallas sobre componentes eléctricos permiten controlar y reducir el número de incidentes que pueden desencadenar en principios de incendios o bien rotura de las máquinas / equipos.
Resaltamos alguna de las muchas aplicaciones para la cual pueden utilizarse los estudios termográficos:
- Control de los tendidos eléctricos (detección de excesos de carga, control de estado de tendidos, dimensionamiento de secciones de conductores, etc.)
- Determinación fugas de calor o condiciones de los elementos aislantes (ej: filtraciones de aire en viviendas, control de losas radiantes, rotura de refractarios en hornos, etc.). Esto último es importante, ya que con adecuada aislación se pueden disminuir los costos en el consumo de energía en la industria.
- Control predictivo de equipos. Con un termograma de las máquinas y/o equipos, y seguimiento de la evolución de su temperatura, se puede determinar si las condiciones de funcionamiento son apropiadas o presentan ciertos desvíos de las condiciones normales de operación.
- Control de humedad de edificios, o detección de pérdidas de agua.
¿Dónde recomendamos su aplicación?
Se recomienda su utilización especialmente en los siguientes casos:
- Industrias que trabajan en ambientes con gases inflamables.
- Industrias con uso intensivo de energía eléctrica, como las fábricas de productos plásticos, plantas de laminación o cámaras frigoríficas (donde las instalaciones eléctricas se encuentran sometidas a mayores cargas en los días más calurosos).
- Industrias en las cuales se ha incrementado la exigencia de la instalación eléctrica con incorporación de nuevas máquinas.
- Industrias donde las instalaciones eléctricas se encuentran sometidas a humedad, frío, calor, pelusa o polvo.
- Edificios, sin actividad industrial, de más de 20 años de antigüedad. Teniendo en cuenta que el consumo en las viviendas, u oficinas, se ha incrementado en los últimos años producto de la utilización masiva de climatizadores de ambientes eléctricos.
- En el rubro industrial, es especialmente recomendable en los casos de reciente incorporación de máquinas de mayor consumo, o bien en instalaciones eléctricas con más de 5 años de antigüedad.